Su voz, la que me habla en esos momentos de confusión, esa
mano que me guía cuando estoy perdida, esos consejos que siempre me ayudan
cuando no sé qué hacer, esa firmeza, su madurez frente a los problemas, esa
capacidad de tomar decisiones, el poder de escuchar, aconsejar, preocuparse…
todo… ella… porque sin ella estoy perdida en un mundo donde nadie pierde cinco
minutos en hacer lo que hace ella, entre la soledad y la ignorancia sobre mis
problemas, de vez en cuando brilla una luz, mi sonrisa, sí, es cuando hablo con
ella. Porque no sé cómo pagarte lo que haces por mí, que sí, las amigas están
para eso y todo lo que quieras, pero una amiga no tiene la obligación de estar
hasta altas horas de la madrugada para tranquilizarte y hacerte ver lo muy
idiota que eres, porque, si lo haces, si decides acabar con todo, jamás podrás
ver como se hace una sonrisa en su cara, y puede que haya cientos de problemas,
pero, estoy segura que, algún día, dentro de mucho o de poco, ver tu sonrisa
hará que me olvide de todos y cada uno de ellos.
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